
Han pasado de cinco a diez; la batería, el bajo y la guitarra eléctrica irrumpen en la alineación, la percusión africana corre a cargo de un señor con levita roja chillona, casi todos tocan de pie, no hay rastro de Teresinha y su puesto lo ocupan dos jovencitas mucho más desinhibidas, una de ellas tan teatral que parece la cantante de los heavies blandos Evanescence. Sólo la figura de Pedro Ayres Magalhães -fundador, guitarrista clásico, compositor, productor y mandamás supremo en toda esta historia- permanece. "Podíamos haber seguido como antes hasta la ancianidad, hasta la artritis, pero la vida no funciona así", proclama.» Fernando Neira, El Mundo Online, 13/01/09
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