Teu nome,
pois tens nome. A minha vida inteira foi isso.
um nome. Porque sei que não existo.
Um nome respirado não é um beijo.
Um nome perseguido sobre uns lábios
não é o mundo, mas o seu sonho às cegas.
Assim sob a terra, respirei a terra.
Sobre o teu corpo respirei a luz.
Dentro de ti nasci: morri por isso.
" Tens nome ", poema de Vicente Aleixandre, incluído na " Antologia de Vicente Aleixandre ", Trd. José Bento, Ed. Inova/Porto
«Acera y alumbrado. La calle de Vicente Aleixandre, en Madrid, está estos días en obras. Se diría que la memoria del poeta que le da nombre, también. En el número tres vivió el Nobel de la generación del 27, que se instaló allí precisamente en ese año mágico. Pero a lo que el callejero madrileño llama Aleixandre, la historia de la literatura lo llama Velintonia. Al escritor sevillano no le hizo gracia el cambio pero, educado, se resignó a él. Hoy el chalet es una metáfora de las turbulencias que ha vivido la figura de su dueño desde que murió el 13 de diciembre de 1984, hace 25 años: el número arrancado, la puerta cerrada con una cadena que contagia su herrumbre al buzón de correos...» continuar a ler aqui.
Javier Rodríguez Marcos - Madrid - 24/05/2009, El País
pois tens nome. A minha vida inteira foi isso.
um nome. Porque sei que não existo.
Um nome respirado não é um beijo.
Um nome perseguido sobre uns lábios
não é o mundo, mas o seu sonho às cegas.
Assim sob a terra, respirei a terra.
Sobre o teu corpo respirei a luz.
Dentro de ti nasci: morri por isso.
" Tens nome ", poema de Vicente Aleixandre, incluído na " Antologia de Vicente Aleixandre ", Trd. José Bento, Ed. Inova/Porto
«Acera y alumbrado. La calle de Vicente Aleixandre, en Madrid, está estos días en obras. Se diría que la memoria del poeta que le da nombre, también. En el número tres vivió el Nobel de la generación del 27, que se instaló allí precisamente en ese año mágico. Pero a lo que el callejero madrileño llama Aleixandre, la historia de la literatura lo llama Velintonia. Al escritor sevillano no le hizo gracia el cambio pero, educado, se resignó a él. Hoy el chalet es una metáfora de las turbulencias que ha vivido la figura de su dueño desde que murió el 13 de diciembre de 1984, hace 25 años: el número arrancado, la puerta cerrada con una cadena que contagia su herrumbre al buzón de correos...» continuar a ler aqui.
Javier Rodríguez Marcos - Madrid - 24/05/2009, El País
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